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El escudo no variaba: la cruz de la casa de Saboya y, eso sí, los fasces (las varas y el hacha, símbolo procedente de la Antigua Roma que el movimiento fascista italiano adoptó como propio). «Hacía las veces de intermediario, al traer de una vez varias prendas los gastos de envío se reducen y gracias a ello me sacaba entre 7 y 10 euros por cada una que vendía después».